Violencia en la Universidad
Violencia en la Universidad
Lo que pretende una auténtica revolución es transformar la realidad que propicia un estado de cosas que se caracteriza por mantener a los hombres en una condición deshumanizante.
Paulo Freire
Empecemos el tema analizando detenidamente esta frase de Paulo Freire, nos servirá para desarrollar la discusión. Lo primero que podríamos decir es que hablar de una auténtica revolución implica que muchas de las organizaciones, movimientos y pugnas “revolucionarias” no obedecen a una idea acertada de revolución y por ende los objetivos, sí es que se parte de objetivos no se cumplirán. Segundo, transformar la realidad, supone Freire que la revolución nace a partir de la necesidad de transformar una realidad, giro de 360 grados y los parámetros de dicha realidad serán otros, solo cuando se logra ese giro podemos hablar de revolución. (Entre otras cosas, esta es la principal razón por la que no consideramos válida la revolución Cubana). Tercero, hombres en condición deshumanizante, esta sería la realidad que se intenta transformar según nuestro referente, lo que no quiere decir que no puedan ser muchas otras las realidades necesitadas de revolución, pero bien, sumando detalles, si buscamos transformar sería a penas lógico que la génesis de nuestra iniciativa sea una manifestación intrínseca y extrínseca de ese sueño de cambio, en este sentido, no se podrá llevar a cabo ningún acto en nombre de la revolución si desde su inicio no se sustituyen los elementos que caracterizan la realidad a revolucionar.
Ahora sí, entremos en detalle. Colombia es un país atravesado por la violencia, en distintos sectores y por distintas razones, desde nuestra independencia la guerra ha calcinado la esperanza de muchos y se han apagado las luces de un camino mejor. Podríamos hablar claramente de por lo menos diez guerras civiles en nuestro país, centralistas contra federalistas, guerra de los supremos entre 1839 y 1842, guerra civil de 1851, guerra civil de 1854, guerra civil de 1860-1862, guerra civil 1876-1877, guerra civil de 1885, guerra civil 1895, guerra de los mil días 1899-1902 y finalmente en 1948 con el Bogotazo. La pregunta es, si esta es nuestra realidad ¿cómo tiene que ser nuestra revolución?
La respuesta dejándonos llevar por Paulo Freire y su frase parece clara, pero dejemos por un instante ese cuestionamiento, hablemos de la Universidad.
La universidad es mucho más que una institución, que un claustro educativo, la universidad es el epicentro de la transformación social, es el conglomerado del pensamiento que determina el desarrollo de una nación (aun cuando muchos no lo reconozcan), la universidad y sus estudiantes están llamados a adoptar una postura crítica e independiente con un alto sentido de identidad y pertenencia que en etapas como el colegios es casi imposible adquirir.
La universidad es el taller donde se moldea una sociedad, donde se potencian los futuros profesionales de un país, sin lugar a dudas la sociedad futura o próxima como deseen, será el reflejo inmediato de lo que suceda en las universidades, hablamos de esto ya que no podemos caer en el error de pretender distanciarnos de esa realidad y no asumir una postura frente a la misma.
Teniendo en cuenta lo dicho hasta el momento, tratemos de engranar todo para generar una conclusión, una pequeña idea, jamás pretendemos decir que es una verdad, simplemente es nuestro pensar y solo constituye una muy reducida mirada de este fenómeno social.
La revolución es sinónimo de transformación, pero es preciso llamarla así por las implicaciones político-históricas que tiene el término, es a su vez el instante en el que se pone en marcha una idea, llamémoslo ideal, de ideología y de esta manera adquiere más validez, pero solo ha de ejecutarse cuando el camino este trazado por la mayoría de la población afectada, dicho de otra manera, un grupo reducido, aunque comprenda la situación no puede adjudicarse el derecho de direccionar una revolución sin su aprobación previa, menos cuando se sabe que históricamente la revolución termina en el cambio de opresor, en este orden de ideas la revolución debe ser una manifestación popular basada en argumentos y una visión próxima dela realidad que se quiere alcanzar.
Las manifestaciones universitarias son un claro ejemplo de lo que no debe ser una revolución, cuando se vela por una población la fuerza revolucionaria no puede pasar por encima de sus orígenes, de su gente, de los afectados por la realidad que se intenta transformar.
Los movimientos “revolucionarios” que tienen lugar dentro de las universidades, nos hacen daño, a los estudiantes y a la misma sociedad, nos imponen una forma de pensar, usan la violencia y anulan la pluralidad que tanto reclaman, en este momento es en donde se pone en escena la reflexión que realizamos en torno a la frase de Paulo Freire, si queremos cambiar una realidad violenta, las imposiciones del gobierno, la negación de la igualdad, la negligencia institucional, etc. Nuestro aporte para que ese cambio se dé, tiene que ser en contraposición a todo lo que caracteriza ese panorama que nos afecta a todos.
La forma de manifestarse que ha adoptado la organización revolucionaria de nuestras universidades no tiene ninguna coherencia, se han encargado de imponer violentamente un pensamiento que no es general dentro de las instituciones, unos pocos plasman en las paredes sus ideas y nos niegan la libertad para asumir una postura frente al problema, se excusan en nuestro silencio, pero ignoran que es el silencio una forma totalmente valida de expresión, implica tantas cosas, pero ellos olvidados de esto, irrumpen en nuestros espacios, en nuestra tranquilidad, violentan nuestro territorio y se proclaman como los líderes de nuestra revolución. Nada justifica la violencia y menos cuando una sociedad como la nuestra no ha vivido algo diferente a la guerra.
Por citar solo un ejemplo de la incoherencia de esas posturas, el tan criticado ex presidente Uribe (no lo defendemos ni lo excusamos), por medio de la guerra y la inversión en armamentos desarrollo su mandato con miras a conciliar la paz, los resultados ya los conocemos, pero el asunto está en que aun cuando estas organizaciones se oponen radicalmente al mandato de este señor, utilizan las mismas herramientas para combatir, la misma imposición de pensamiento. ¿qué sentido tiene esto?
La revolución debe partir del cambio, en este país ya estamos cansados de la violencia y nada la justifica ya, una verdadera revolución será aquella que utilice mecanismos totalmente nuevos para la sublevación de la igualdad.
Alguna vez en una película uno de los personajes se dirigió a un estudiante que intentaba imitar a Trotsky, diciendo fuertemente, eres un revolucionario sin revolución. Esta frase resume nuestra realidad revolucionaria en Colombia, tenemos, mejor, somos jóvenes dispuestos a la revolución, pero no hemos encontrado el camino para hacerla, no hemos propuesto nada nuevo, las universidades siguen siendo el reflejo de nuestra sociedad violenta.
Por esta razón la revolución sin revolución la queremos mandar pa’l baño, necesitamos otra cosa, necesitamos un cambio verdadero.
Cristian Rincón.