A propósito de la victoria de los estudiantes
A propósito de la victoria de los estudiantes
Camilo Rincón
Lo primero que debo decir es que al título le faltan unas comillas para la palabra victoria, son muchas cosas las que se pueden señalar a partir de un episodio histórico para la comunidad académica de nuestro país.
En primer lugar cabe resaltar la sensatez con la que se asumió el proyecto de reforma a la ley 30 de educación superior, en un principio, configurada como una ola de rumores y especulaciones se fue transformando en una auténtica oposición a una intención arbitraria por parte del gobierno de condenar la educación a un ámbito mercantil y expulsarla de su naturaleza académico-social. La ola fue creciendo y el tema salió de los claustros universitarios para convertirse en un tema cotidiano que hasta los más desinteresados llegaron a discutir.
La oposición ganó fuerza entre otras cosas por el contexto latinoamericano que señalaba una gran lucha estudiantil por una educación de calidad asegurada en el marco de lo público y la autonomía universitaria, el gran impacto que ocasiono el movimiento estudiantil chileno llego a las redes sociales en donde cada video nos invitaba a mantener una postura radical ante la situación.
Asambleas, comisiones, discusiones y más discusiones fueron el epicentro de una unión sin precedentes que llevo a la Universidad Pedagógica Nacional a reunirse con su rector Juan Carlos Orozco (hecho aislado de la realidad universitaria del país) con miras a establecer todas las herramientas necesarias para garantizar el derecho a protestar y encontrar en la unanimidad la mejor forma de acceder al paro nacional estudiantil.
De esta manera se abre un camino para que los estudiantes sean escuchados, respetando así su postura y evidente inconformidad; es aquí donde la MANE se constituye como la representación total de los estudiantes en Colombia, personalmente no conocía a ninguno de sus integrantes y mucho menos pedí dicha representación, sin embargo, lograron reunir un pensamiento colectivo de oposición llegando de esta manera a entablar negociaciones con el gobierno.
Entre tanto vaivén de palabras y posiciones, se gestaba en el país un poder de movilización que por lo menos en mi vida no había visto, marchas multitudinarias, jóvenes que desde el colegio ya asumían el compromiso con el futuro y reclamaban a gritos el derecho a la educación.
Jamás pensé ver en la televisión la inconformidad que salía por los poros de nuestra piel, la preocupación que invadía nuestras cabezas y que nos mantenía en lucha a pesar del mensaje negativo que llegaba con la lluvia, seguimos, continuamos y finalmente salía el sol, por fin el gobierno admitía la posibilidad de culminar con esa barbarie y retirar del congreso el proyecto de reforma.
Casi que era increíble leer en los diarios, redes sociales y presenciar en la televisión la victoria de los estudiantes, en este momento la pregunta que asedió a la universidad fue única y comprometedora: ¿hemos conquistado la victoria?
Días posteriores al anuncio entre mis conversaciones señalaba la necesidad de continuar con el paro debido a la relevancia que había adquirido la voz del estudiantado, teníamos el poder, teníamos la gran oportunidad de desembocar este rio de necesidades en el primordial derecho a la educación gratuita, pero no fue así. Los representantes que nadie conoció y que nadie pidió en vocería de todo un país finalizo la lucha y dejo el sin sabor de haber tenido todo para ganar y habernos rendido en el camino.
Por estas razones me he invitado en este nuevo inicio de clases a comunicar las reflexiones que me quedan, empiezo señalando que la victoria no se debe adjudicar al movimiento estudiantil, la victoria si se le puede llamar así, es de todos los estudiantes que con sus gritos se convirtieron en un dolor de cabeza para el estado, decir movimiento estudiantil implica pertenecer a estructuras organizadas que desde antaño reclamaban y se manifestaban ante la situación, por esto sería injusto proclamarlos como ganadores, ha ganado cada estudiante, cada padre, cada madre, cada niño, cada persona que desde su perspectiva se opuso a esa reforma.
Por otro lado no puedo dejar de insistir en que a pesar de todo los movimientos estudiantiles encontraron representación en la MANE y ellos llegaron al dialogo con el gobierno (mérito que jamás negaré), ¿qué nos dice esto? Los estudiantes logramos vocería, nos escucharon y todo por la vía del dialogo, de la paz, nunca con agresiones. Este episodio nos invita a repensar la forma en que se ha manifestado la universidad pública en la sociedad colombiana, es tiempo de erradicar la violencia de los territorios universitarios, señores que orgullosamente se hacen llamar “capuchos” el juego ha terminado, conocemos otro camino, conocemos otra forma, una que nos dio más resultados que su violencia perpetua que siempre rechazare.
Entre alegría y decepción regreso a clases, ustedes también, no olvidemos la enseñanza que nos ha dejado este episodio. VIVA LA UNIVERSIDAD PÚBLICA.